Tan integrados están los ascensores en nuestras vidas y en la cultura contemporánea, que no solo han hecho apariciones estelares en todo tipo de largometrajes y series de televisión, también han llegado a protagonizar algunas de las escenas más memorables e impactantes de la historia del cine.

El séptimo arte levanta pasiones. No importa si no eres amante del género de terror, o si ni siquiera eres cinéfilo empedernido, es más que probable que hayas visto o, como mínimo, oído hablar de una película tan aclamada, que con solo leer redrum o resplandor ya sepas de cuál se trata.

El resplandor (The Shining, 1980), obra del cineasta estadounidense Stanley Kubrick, se ha ganado con creces un lugar entre los grandes títulos de culto del cine moderno, y está reconocida, a ojos de muchos, como una de las expresiones más artísticas y brillantes del cine de terror de las últimas décadas.

Pero vayamos a lo que más nos interesa, porque una de las escenas más terroríficas y recordadas de esta película tiene por eje central de la acción nada más y nada menos que un ascensor. Y no uno en el que viajan personas precisamente, sino litros y litros de sangre.

La secuencia en la que uno de los ascensores del hotel Overlook se abre lentamente y derrama una ingente cantidad de sangre que salpica paredes, inunda el suelo y hasta arrastra parte del mobiliario consiguió rodarse prácticamente a la primera. Algo que pasaría desapercibido si no fuera porque el rodaje de esta escena se estuvo preparando durante muchísimo tiempo.

El equipo experimentó durante varias semanas hasta llegar a obtener una sangre falsa de consistencia y color lo suficientemente parecidos a los de la sangre humana. Y es que, decir que no fue tarea fácil conseguir una tonalidad de rojo y un espesor apropiados es toda una subestimación.

No menos importancia tuvieron los aspectos técnicos a la hora de armar el set, porque si no se hubieran tomado las medidas pertinentes, la presión de tanto líquido acumulado dentro de una cabina de ascensor podría haber provocado una explosión.

Kubrick estaba tan nervioso y tenía tantas expectativas que, después de tanta preparación e histeria, no quiso estar presente el día del rodaje y confió plenamente en el trabajo de sus asistentes.

El ascensor estaba cargado, la sangre comenzaba a filtrarse y las cuatro cámaras que capturarían el momento a diferentes velocidades estaban ya preparadas. Conforme las puertas se abrieron, una ola furiosa de líquido rojo barrió sofás, sillones y mesas, e incluso salpicó la lente de las cámaras.

Nadie esperaba un resultado tan asombroso y efectivo: la ejecución y el rodaje de esta proeza fueron un éxito. Tanto es así, que esta escena se muestra en diferentes ocasiones a lo largo del film, y hasta fue utilizada, íntegramente, como tráiler para la película antes de su estreno.

Puede que nunca nos lo hayamos planteado, ¡pero hasta un ascensor puede ser un fantástico especialista de cine si nos lo proponemos!

¿Qué otras películas o series recuerdas en las que un ascensor tuviera un papel protagónico? ¡Déjanos un comentario!

¿Te apetece saltar del cine a los parques de atracciones? Dale una ojeada a esta entrada del blog sobre parques temáticos y ascensores de caída libre.

Y no olvides que puedes ponerte en contacto con nosotros aquí para solicitar información sobre nuestros servicios o resolver cualquier duda.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *