El ascenso a la terraza mirador de nuestro centro comercial favorito; la bajada al metro desde las abarrotadas aceras de nuestra ciudad; la subida a casa al volver del súper con la compra de la semana…

Cada vez que hacemos un viaje en ascensor se acciona un conjunto de complejos y fascinantes mecanismos dentro de este, sin los cuales no sería posible que la cabina se desplazara correctamente y sin interrupciones a lo largo del hueco de la instalación.

El hueco del ascensor, a su vez, debe estar provisto de un foso que garantice la seguridad tanto de los pasajeros durante sus viajes, como del personal técnico durante sus inspecciones de mantenimiento.

Ahora bien, ¿qué es el foso exactamente y qué funciones cumple? Lo analizamos a continuación.

 

Lo que no vemos de los ascensores

El foso es el espacio que queda libre en el extremo inferior de la cavidad del ascensor, cuando la cabina llega al final del recorrido en la planta más baja. De la misma forma, en el extremo superior del hueco también debe haber un espacio o refugio para cuando la cabina esté en su posición más alta.

La construcción de un foso es reglamentaria para la gran mayoría de ascensores. Aun así, pueden darse excepciones, como es el caso de los ascensores que tienen estructura autoportante y no lo necesitan (por ejemplo, los ascensores neumáticos).

El foso, entre otras cosas, permite que los técnicos ascensoristas desempeñen sus labores de mantenimiento dentro del hueco, sin que exista peligro alguno por aplastamiento.

 

 

Es decir, la construcción de este espacio tiene como finalidad asegurar la integridad física de las personas mientras viajan o realizan trabajos de mantenimiento. De este modo, las dimensiones de ambos refugios (superior e inferior) deben ser suficientes para que quepa una persona y esta no sufra daños cuando la cabina del ascensor esté en sus dos posiciones más extremas (la más alta y la más baja).

 

Dimensiones de los espacios de refugio en el foso (UNE-EN 81-20)

 

 

Dimensiones de los espacios de refugio en la parte superior del hueco (UNE-EN 81-20)

 

Normalmente, el foso suele estar alojado en el subsuelo. Así ocurre al menos cuando el ascensor está bajado a cota cero (es decir, a pie de calle). Esta particularidad hace que sea vulnerable a las filtraciones de agua, sobre todo durante las estaciones lluviosas del año. Por ello, es importante que el foso esté bien impermeabilizado y se someta a sus propios controles de mantenimiento. Es justo ahí, además, donde se ubican los topes y amortiguadores encargados de frenar la caída en seco de la cabina, en el supuesto de que se produjera algún fallo con el sistema de parada automática.

Para que podamos hacernos una idea, el foso de un ascensor convencional de pasajeros con carga de hasta 630 kg y velocidad de 1 m/s debería tener una profundidad de 1,25 metros aproximadamente.

 

Entonces, puesto que es nuestra seguridad la que entra en juego, bien como pasajeros, bien como operarios de mantenimiento, el foso es un aspecto que debe contemplarse minuciosamente en cualquier proyecto de instalación de un ascensor.

 

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Si alguna vez has sentido curiosidad por saber cómo funciona una escalera mecánica, estás de suerte, ¡pásate por esta entrada de nuestro blog!

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